Escribir es también vaciar la escritura; no resolverla, despojarla de todo aditamento innecesario, dejar espacios serenos para tomar aire o excavar huecos de incomodidades en los que habitar. Eso es lo que hace Begoña Montes Zofío en este "Hambre" (Lastura, 2017): crear un ámbito lo más abierto posible para que el lector pueda ir completando (si lo desea) cada poema, cada imagen, con su propia experiencia. Así, la poeta hace que su creación se vuelva encuentro con el otro y toda búsqueda en búsqueda del otro; porque no hay más hambre que la ausencia, y todas las contradicciones que las relaciones humanas comportan:
"Arena violeta
como imán
en la duna.
¿Por qué
busco la distancia?"
(Pág. 57)