La poesía no es una disciplina de velocidad sino de fondo. Lo sabe muy bien la poeta y artista madrileña Eva Hiernaux, que viene trabajando desde hace mucho tiempo en una escritura que signifique, en ediciones artesanales, alejada de marchamos o modas.
Es así, viene de lejos y nos presenta ahora, en
Desdecir (Ediciones Contrabando, 2018), una obra que se interroga por el camino recorrido y por el sentido mismo o el para qué de la poesía; y, sobre todo, por cuál es la palabra no corrompida por el ahora vertiginoso y falso o, incluso, por nuestras propias urgencias:
Qué verbo inmune
a la corrosión de nuestra boca
(Pág. 23)
En esta búsqueda esencial, Hiernaux desvela que la única creación posible es sobre lo desconocido: la única palabra limpia está por decir y es labor de la poeta decirla sin renunciar a nombrar la innombrable:
Lo más difícil es aprender a nombrar
(pág. 80)
Desde esta ambición demiúrgica la poeta nos dice, escucha, conversa con sus lectores, se desdice, se esfuerza, fluye armónica, se hiere y continúa su camino luminoso -humilde, exigente y laboriosa- hacia nuevas metas.