Lo supe después:
las sombras acudieron a tu encuentro.
Sin nombre, calles sin nombre
bajo la capa del insomnio se
desvanecían.
He visto cómo soñabas temblando de
furia
entre
mis
brazos
abriendo balcones en medio de la
oscuridad.
Calles, calles que corren bajo un
cielo sereno.
No hubo ruido,
nadie salió, nadie dijo yo lo vi
todo,
ni siquiera yo mismo
y me dolía.
Un momento fatídico,
no las buscabas, pero las sombras
llegaron
para encontrarte; no las creías y
ellas vinieron
para arrancarnos un pedazo de
aquellas madrugadas
y los años.
Calles, calles que pisan mis palabras
y las tuyas.