Juan Vico nos trae en su último libro, titulado tan significativamente Still Life (ganador del XXVIII premio de poesía "Divendres culturals" y editado por el Servei de Publicacions de la Univesitat Autònoma de Barcelona), un conjunto de poemas en los que el autor dialoga con algunos clásicos de la pintura (parte incial del libro) y con una serie de películas (parte final); en medio aparece un paisaje dominical que incluye en su paréntesis la expresión "interior con figuras". En las tres partes el lenguaje es usado desde la luminosidad de la comprensión: la pintura abre nuestros ojos, el cine nos permite mantener los ojos abierto en la noche (americana); y, en medio, la conciencia del poeta en su mundo, en su círculo íntimo, su hogar, sus objetos, la persona amada, despierta su mirada a lo más próximo y lo acepta tal cual es.
El diálogo con otras artes forma parte de ese juego especular en el que Juan Vico se reafirma en la superación de una cierta poesía alienada del mundo. Además, desde un clasicismo no tanto formal como moral, el poeta abre paréntesis existenciales en los que el lector podrá respirar y vivir, como por ejemplo en el último verso del poema III: La mañana se detiene, y no me importa.
Habitar el paréntesis de la poesía es dar vida al moribuendo. La poesía de Juan Vico trabaja la luz, el claroscuro, el travelling, las nucas de Wong Kar Wai. El bodegón está lleno de vida, aunque lo sigan definiendo como "naturaleza muerta"; y la poesía, bien iluminada, es capaz de alargarnos la vida.
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El pasado 23 de diciembre del 2011 tuve el honor de participar en la presentación de Still Life junto a un nutrido grupo de amigos del poeta. El gran Iván Humanes elaboró la siguiente película con lo acontecido en aquella cita:
Presentación del poemario STILL LIFE, de Juan Vico from Iván Humanes on Vimeo.
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