Cada poema ha de zarpar en busca de sus lectores, de sus próximos, de sus prójimos: lo sabe perfectamente el granadino Santiago Molina Martín, que surca la madurez de una escritura reposada, que no se precipita y que conoce las dificultades de los mares embravecidos tanto como los espejismos que crean los mares en calma, cuando parece que no pasa nada, salvo la vida. El poeta conoce la travesía hacia el lector, esa huida hacia delante que es también la travesía del día a día, del encuentro con sus semejantes, de las circunstancias que todo lo parecen enclaustrar. Prójimos (Enkuadres, 2016) es ese viaje:
Soportar la sed
conociendo la profundidad del pozo.
(pag. 55)
Hay muchas lágrimas vertidas en cada poema, pero sobre todo muchas lecciones aprendidas:
Con los años aprendimos a callar
y a mentir de frente.
(pág. 71)
Porque el poema ha de ser ese navegar; Prójimos es una zozobra, un encuentro, un hallazgo, pero también una liberación en honda, dolorosa y sabia poesía.
Soportar la sed
conociendo la profundidad del pozo.
(pag. 55)
Hay muchas lágrimas vertidas en cada poema, pero sobre todo muchas lecciones aprendidas:
Con los años aprendimos a callar
y a mentir de frente.
(pág. 71)
Porque el poema ha de ser ese navegar; Prójimos es una zozobra, un encuentro, un hallazgo, pero también una liberación en honda, dolorosa y sabia poesía.
Es un gran libro, la verdad. Y agudas las claves que propones, Agustín. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan!
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