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sábado, 17 de diciembre de 2016

"Grochowiak!" de J.A. Arcediano

 Para los antiguos egipcios la preservación del nombre era una parte fundamental de la existencia de una vida más allá de la muerte; así, la eliminación del nombre en los monumentos públicos o, como la llamaron los romanos, demnatio memoriae (cuando el senado de Roma decretaba el olvido del condenado a través de la eliminación de su nombre en cualquier monumento, documento, etc.) es una de las formas simbólicas más crueles de eliminar a una persona de la vida social presente y futura.
El poeta barcelonés J.A. Arcediano hace todo lo contrario en este libro que acaba de aparecer en la editorial La Garúa: reivindica un nombre; y lo hace de la mejor forma que él sabe, dedicándole un libro de poemas. Pero ¿quién o qué está detrás de ese nombre?. Detrás de  "Grochowiak", de ese apellido eslavo, hay un poeta polaco. Sin embargo, Arcediano no lo reivindica explicándonos quién fue o qué le llevó a él o cuál es su obra o su repercusión en las letras polacas; nada de eso, el autor de este libro se adentra en algo que le permite ser mucho más creativo:

el vértigo de un nombre. 
(pág. 16)

Es decir, recrea el momento en el que alguien descubre un poeta que desconocía y que le gusta especialmente, y lo guarda en su memoria, escribiendo su nombre. Y en el primer poema del libro nos dice:

Escribe muy despacio
las letras de su nombre,
la clave no resuelta:
Grochowiak. Y respira.
(pág. 13)

o

(...)
tres sílabas: Gro-cho-wiak,
tres sílabas rabiosas
que buscan un lugar
entre las sombras
del hombre innecesario.
(pág. 29)

Es cierto, además, que los nombres eslavos nos producen un cierto vértigo de consonantes acumuladas y acentos; así, siempre ha resultado un reto para lector hispano pronunciar los nombres de dos de los poetas polacos con más renombre (gracias, indudablemente, a  haber sido galardonados con el premio Nobel) en nuestros país: Wislawa Szymborska y Cselaw Milosz (que aquí escribo incorrectamente no por desconocimiento sino por mi impericia, pues las eles de estos nombres van con una especie de guión que las parte por la mitad y que, según me dicen mis amigos polacos, se han de pronunciar no como "ele" sino como "wo"). 
En definitiva, podríamos decir que, a pesar de sus nombres, y también a pesar de la conocida diatriba contra los poetas de su compatriota Gombrowicz, la poesía polaca ha tenido cierta difusión en nuestro país; sin embargo, más allá de estos poetas conocidos hay muchos otros autores polacos que merecen ser descubiertos. Aquí el autor no solo nos descubre uno de esos nombres, sino que en su libro incluye unas cuantas citas de otros poetas polacos nada o poco conocidos fuera de Polonia.
Pero, más allá de todas estas consideraciones sobre poesía y nombres polacos, Arcediano consigue, con una estética de gran concisión, crear una atmósfera de complicidad humanística; y, por otro lado, también consigue, en vez de hacer poesía sobre el poeta, convertir al poeta en poesía. Al fin, "Grochowiak!" es un nombre que quedará ya para siempre en nuestras memorias.

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