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domingo, 7 de febrero de 2021

Libro, índice vital


Christian T. Arjona ha compuesto en "Tau. Libro de la memoria y la quimera" (Libros del Aldarán, 2020) una obra literaria sin índice al principio ni al final, porque en realidad el libro mismo es un índice alfabético en el que la simbología más variada va formando un laberinto o una espiral de ascensión o de autoconocimiento, un caleidoscopio de momentos. 
Dice el autor que se trata de una novela, pero parece más un poema sinfín, una prosa poética inacabable, que se ramifica y crece y se diluye como las horas de una noche, y que avanza por entre los meandros del río de la sabiduría. Está escrito en forma de narración y hay un protagonista, trasunto del propio autor, Tristán, que irá transitando por todas las letras del alfabeto latino hasta llegar a una comprensión enciclopédica de la naturaleza, del arte, de la Creación. 
Las figuras poéticas se multiplican en las prosas que componen el libro, desde metáforas, hipérboles, alegorías, aliteraciones, etc. todas las formas y géneros tienen cabida dentro de esta obra inmensa e inclasificable: desde la narración al haiku, desde la enumeración, la descripción, el paisajismo, hasta el esoterismo. Pero que nadie se lleve a engaño, el esoterismo no es aquí nunca un ocultismo o una pseudociencia, sino un gnosticismo de la claridad, del desvelo, de la parsimonia ante los acontecimientos visibles e invisibles de la existencia. Se diría, a la manera de Fray Luis de León, que al autor buscar huir del mundanal ruido que nos rodea y crear el suyo propio, más calmado. Este libro es la realización de dicha posibilidad, la arquitectura de dicho aquietamiento.  
"Tau. Libro de la memoria y la quimera" es una obra excesiva y a la vez breve. Abre innumerables puertas por las que el lector puede penetrar y seguir si lo desea. Además, la infinidad de referencias literarias y artísticas hacen de este libro un compendio estilístico en busca de un  nexo global en el que Oriente o Occidente se puedan abrazar y reconocer mutuamente. El autor atraviesa, además, todas las fronteras imaginables, también las de los idiomas. 
De manera destacada, la simbología gráfica de las letras es usada como forma de conocimiento. Christian conoce sobradamente los orígenes de cada una de las letras de nuestro alfabeto, haciendo hincapié en esa "tau" griega del título, que es en realidad la "te" central de su propio nombre, la inicial de su primer apellido, y que el mismo usa como inicial central, como eje, como girasol que se abre a luz del resto de las letras que la acompañan. En este sentido, no se nos escapa la simbología cabalística, pues entre otras cosas la "taw" cierra el alfabeto hebreo como la zeta el latino.
"Tau. Libro de la memoria y la quimera" es una obra notable e híbrida que merece ser leída y degustada con calma. El conjunto se remata con referencias gráficas o visuales, donde la percepción de los sentidos se pone alerta para descubrir nuevos y más hondos significados. En definitiva, el protagonista de estas prosas es a la vez un Odiseo por el Mediterráneo, un lobo estepario y también un ermitaño clásico. He aquí el inventario de una aspiración, de una exhalación, de una vida única y preñada de interiores bella y sabiamente dibujados.

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