A menudo me pregunto si lo que uno puede leer en internet es verdad. Me lo pregunto no sospechando, en realidad, de la veracidad de lo expuesto en la red, sino porque en numerosas ocasiones tengo la sensación de que sólo se expresan deseos, y no realidades; y así uno se encuentra en los blogs de algunos poetas simples deseos de poemas o deseos insatisfechos de que esos poemas lleguen a ser leídos. Pero no todo puede ser frustración y, al fin, hallo una conclusión conciliadora para explicar la poesía en la red: lo virtual es real en la medida de que detrás de cada perfil, de cada blog o web, detrás de cada mensaje o poema publicado en internet hay personas que crean, y eso es real.
Hace ya algunos años que me topé con el blog Caricias Perplejas de Olga Bernad. Desde el principio intuí que los poemas que allí publicaba la autora zaragozana iban creciendo hasta formar una realidad poética construida desde la paciencia laboriosa y el cariño por el idioma. Desde aquel blog su autora fue alzándose y dándose a conocer también como poeta, propiciando contactos y sabiendo aprovechar las oportunidades que el medio le deparaba. Sus poemas tomaron forma, al principio virtual, y con el tiempo, por allá por el 2009 se convirtieron en la realidad de un libro editado, un libro con sus páginas impresas, un libro que se podía encontrar en las librerías, un libro con el mismo título del blog, Caricia Perplejas, el primer libro de poesía de Olga Bernad, un libro escrito con el buen hacer de la experiencia acumulada, con frases engarzadas con desenvoltura, enfrentándose al tema amoroso sin complejos, con un yo poético que se descubre en el asombro de asomarse hacia el otro. Aquel libro también marcaría una senda en el que la nostalgia, tanto por lo vivido como por lo que pudo haber vivido, se convertiría dos años después en el tema de su segundo libro: Nostalgia armada.
En Nostalgia armada Olga Bernad escribe en un tiempo de lentitudes, en un tiempo en el que saborear las palabras ha de ser la razón de hablar un idioma, un tiempo que tal vez no sea el de nuestros días. El recorrido es temporal y territorial: el espacio, nombrando diferentes lugares, lugares vividos, deja el poso de una estratigrafía sentimental de gran calado. No hay confusión posible, sino claridad expositiva. No hay falsa poesía que aspira a reeditar el pasado, sino senda ancha por la que la autora nos descubre sus anhelos, pero también sus fracasos. La nostalgia, como la ausencia, el amor y la amistad, se hacen poema en las manos de Olga Bernad; todo ello augura futuros libros repletos de buena poesía y autenticidad, y dan sentido tanto a la red y como a la eterna página impresa.
Hace ya algunos años que me topé con el blog Caricias Perplejas de Olga Bernad. Desde el principio intuí que los poemas que allí publicaba la autora zaragozana iban creciendo hasta formar una realidad poética construida desde la paciencia laboriosa y el cariño por el idioma. Desde aquel blog su autora fue alzándose y dándose a conocer también como poeta, propiciando contactos y sabiendo aprovechar las oportunidades que el medio le deparaba. Sus poemas tomaron forma, al principio virtual, y con el tiempo, por allá por el 2009 se convirtieron en la realidad de un libro editado, un libro con sus páginas impresas, un libro que se podía encontrar en las librerías, un libro con el mismo título del blog, Caricia Perplejas, el primer libro de poesía de Olga Bernad, un libro escrito con el buen hacer de la experiencia acumulada, con frases engarzadas con desenvoltura, enfrentándose al tema amoroso sin complejos, con un yo poético que se descubre en el asombro de asomarse hacia el otro. Aquel libro también marcaría una senda en el que la nostalgia, tanto por lo vivido como por lo que pudo haber vivido, se convertiría dos años después en el tema de su segundo libro: Nostalgia armada.
En Nostalgia armada Olga Bernad escribe en un tiempo de lentitudes, en un tiempo en el que saborear las palabras ha de ser la razón de hablar un idioma, un tiempo que tal vez no sea el de nuestros días. El recorrido es temporal y territorial: el espacio, nombrando diferentes lugares, lugares vividos, deja el poso de una estratigrafía sentimental de gran calado. No hay confusión posible, sino claridad expositiva. No hay falsa poesía que aspira a reeditar el pasado, sino senda ancha por la que la autora nos descubre sus anhelos, pero también sus fracasos. La nostalgia, como la ausencia, el amor y la amistad, se hacen poema en las manos de Olga Bernad; todo ello augura futuros libros repletos de buena poesía y autenticidad, y dan sentido tanto a la red y como a la eterna página impresa.
Muchas gracias, Agustín. Sin darnos cuenta, son años desde que nos encontramos. Cada tiempo trae vías distintas, lo importante es que los encuentros sean verdad.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias a ti! y siempre celebrando el presente y deseando que el futuro nos traíga muchas más oportunidades para charlar cara a cara!
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