En el nomenclátor de las calles del Raval podemos encontrar curiosidades como los nombres de Penedides (Arrepentidas) o Egipcíaques (Egipciacas) que hacen referencia tanto a congregaciones religiosas desaparecidas, la primera, como a sitios de retiro, la segunda, para mujeres de vida licenciosa. También podemos encontrar nombres evocadores como el Carrer de la Lluna (Luna) o de animales como Tigre y Paloma, o el más famoso de Plaça del Pes de la Palla (Peso de la Paja) por las memorias del novelista Terenci Moix. Pero, el nombre más curioso y perturbador creo que es el de la Plaça del Dubte (Duda), junto a Riera Alta, que, según explica el etnólogo Joan Amades, hace referencia a una disputada fuente situada en aquel lugar, la duda venía por el desconocimiento de su origen. Más allá del recuerdo de los campos, huertos y conventos que rodeaban la Barcelona medieval, la presencia de la duda se me antoja una necesidad humana, relativista, cartesiana e intemporal que sigue mereciendo, sin duda y meritoriamente, una plaza en Barcelona.
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