El Raval tiene rincones que nos pueden recordar a otros lugares u otras ciudades del mundo, como por ejemplo la evocadora y exótica imagen que se nos presenta en la calle Elisabets, entre dos de las instituciones más importantes asentadas en el barrio: la Fundación CIDOB (Barcelona Certre for International Affairs, así, en inglés, figura su nombre en su web) y la librería La Central del Raval: un patio encierra cuatro altísimas palmeras que nos traen una sensación de oasis en medio del devenir de la ciudad febril y turistizada. Todos estos edificios, incluidas las palmeras, formaban parte de la antigua Casa de Misericordia, un inmenso complejo que estaba integrado por diferentes conventos, hospicios y centros de caridad: se trataba de una gran institución religiosa fundada en el siglo XVI, y que sufrió la desamortización y su desmembramiento en el siglo XIX. Su situación céntrica y privilegiada la convertía en un pastel la mar de jugoso para los especuladores de la época y, por supuesto, con el beneplácito de las autoridades (más o menos como en nuestros días). En la actualidad, las cuatro palmeras no solo nos recuerdan que aquí hubo un remanso de paz en la ciudad amurallada, también que nos encontramos en el sur de Europa, en el cálido Mediterráneo. Hay más palmeras en otras partes del Raval y de Barcelona, pero estas cuatro, recortadas en el cielo, enmarcadas entre edificios, son una agradable sorpresa para los que aprecien todo lo inesperado.
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