El último libro de Enrique Villagrasa,
Queda tu sombra (Huerga & Fierro, 2019), es una declaración de amor a la palabra escrita, es decir, a la poesía. Desde el primer verso, en el que se citan el poeta y el lector, Villagrasa nos va llevando hacia la razón para la creatividad: la comunicación entre seres humanos:
Poeta y lector: esta es la esencia del quehacer demiurgo,
La relación con el otro: contigo que estás leyendo.
(pág. 9)
El libro combina poemas extensos con sonetos, en una conjunción ideal entre el clasicismo y la modernidad, siempre buscando la mejor manera de expresar y reflexionar sobre la vida. Porque amar la poesía no es otra cosa que amar la vida:
Todo en mi lo desea y quiero desnuda contemplarte.
Una vez más: !Poesía! !Poesía! !Poesía!
(pág. 39)
Felizmente, el oficio de poeta es para Villagrasa la búsqueda de esa palabra exacta, bien dicha o escrita, que ocupa su lugar exacto, respetando su significando, dignificándola, -no traicionándola, como ocurre tantas veces en nuestro azaroso tiempo de farsantes o de personas ágrafas pero que se llaman a sí mismas poetas-, para conseguir exponer las contradicciones de la existencia con hondura, precisión y belleza. Poesía de verdad.