La editorial madrileña Polibea acaba de publicar una nueva traducción, realizada por José Ángel Cilleruelo, de"Letizia" de Salvador Espriu, una narración o novela corta difícil de clasificar. Curiosamente, tanto el editor, en la nota epilogal, como el traductor, en la presentación del libro, reconocen un acercamiento tardío a Espriu. Es decir, también una cierta distancia generacional. Esa distancia, en mi caso no es solo con el poeta catalán, sino también con el editor y el traductor, lo que me empuja a hablar en primera persona y a recordar que yo sí estudié a Espriu en algún curso de lengua y literatura catalana de BUP o COU; y más que estudiarlo, lo sufrí, porqué mis profesores de catalán solían usar algunos de sus textos para realizar dictados. Digo que lo sufría, pero debería decir que lo detestaba. Aunque el verbo detestar hoy me resulta injustificable, en aquella época de estudiante adolescente me parecía más que adecuado, porque yo culpabilizaba de los ceros patateros que sacaba en aquellos dictados al poeta de Santa Coloma de Farners y a su catalán imposible, tan alejado del catalán de las calles de la Barcelona de entonces, y no a mis carencias o a mi falta de estudio.
Por suerte, el tiempo pasa para todos y pone las cosas a su sitio. Y, finalizados mis estudios de secundaria, pude acercarme libremente y apreciar tanto la poesía como el teatro de Espriu, así como su dominio de la lengua catalana. No obstante, he leído muy pocas de sus prosas, o de sus narraciones, así que agradezco la oportunidad bilingüe que me brinda ahora Polibea de poder derrumbar otro prejuicio.
Y es que la única regla del lector debería ser esa, no tener prejuicios. Solo así uno puede acercarse a este "Letizia", cuyo sorprendente subtítulo (traducido, acertadamente, por Cilleruelo como "Un cuento de Poe sin miedo y sin Poe"), nos encamina hacía una narración, más o menos gótica, nada cargante, muy musical y llena de simbolismos, en la que se juega a las repeticiones y los contrarios, con dúctil erudición y con notas del humor socarrón tan característico de Espriu. Ciertamente, una lectura refrescante y deliciosa para las tardes sofocantes del verano.
Por suerte, el tiempo pasa para todos y pone las cosas a su sitio. Y, finalizados mis estudios de secundaria, pude acercarme libremente y apreciar tanto la poesía como el teatro de Espriu, así como su dominio de la lengua catalana. No obstante, he leído muy pocas de sus prosas, o de sus narraciones, así que agradezco la oportunidad bilingüe que me brinda ahora Polibea de poder derrumbar otro prejuicio.
Y es que la única regla del lector debería ser esa, no tener prejuicios. Solo así uno puede acercarse a este "Letizia", cuyo sorprendente subtítulo (traducido, acertadamente, por Cilleruelo como "Un cuento de Poe sin miedo y sin Poe"), nos encamina hacía una narración, más o menos gótica, nada cargante, muy musical y llena de simbolismos, en la que se juega a las repeticiones y los contrarios, con dúctil erudición y con notas del humor socarrón tan característico de Espriu. Ciertamente, una lectura refrescante y deliciosa para las tardes sofocantes del verano.
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