Todo corte es una herida. He dicho con anterioridad que disfruto podando, y no he sido consciente de la crueldad que encarna mi diversión. Para no caer en la atrocidad, me he propuesto la penitencia de la contención. Cada vez que haga un corte, especialmente si es para quitar una gran rama, le pediré perdón al árbol. Le diré: lo hago por tus frutos y por tu salud. Siento tu dolor, es como si estuviera cortándome a mí mismo un dedo.
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