se habitúan
a
ser frases, siguen
sin acabarse,
se
espigan
escuchando a Janis
Joplin y también a Karen Carpenter y eso resulta,
desde un punto de vista
reduccionista,
descabellado, imposible,
contradictorio, iconoclasta: pero tan solo es inacabable.
Yo digo que inacabable
es posible, insisto en escucharlas de nuevo
con
un nudo en cada extremo
de
la línea linfática que une
sus
voces,
porque fueron ambas
fieramente infelices, letárgicas, destruidas por los falsos
amigos,
ambas:
hay
una igualdad insondable en sus voces, no en su vida, no en su muerte, tan solo
y exactamente en la fragilidad adusta, aristada y arábiga de sus voces, una
igualdad física, que no se puede acatar, que no puede acabar, y sigue sonando
incomprensible.
(Inédito)
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