El Raval siempre ha tenido unos olores característicos, la densidad de población, el vecindaje y la procedencia de sus habitantes ha marcado la ambientación del barrio. La alimentación es uno de los factores que más aromas nos pueden traer a nuestros recuerdos, si en mi infancia el olor a caldo gallego y a fritura eran la característica esencial de restaurantes y patios de vecinos, desde hace unos año se hace evidente el cambio hacia olores más exóticos como el curry, el cocido de cordero o el cuscús. La presencia de productos y olores exóticos se hace evidente también en el popular mercado de la Boquería, pero en este caso es para atracción de los turistas y barceloneses modernos con ínfulas de globalización.
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