El nombre de muchas calles, como cualquier topónimo, contiene la historia de un lugar, desde sus orígenes, los sucesivos cambios y hasta su situación actual. El barrio del Raval está cargado, como hemos visto en entradas anteriores, de nombres con historia. Y no me refiero a nombres de personajes famosos o de batallas, sino de su propio desarrollo, primero campesino y, después, urbanísticos hasta el día de hoy. Así, podemos comprobar como el nombre de calles pequeñas como Vista Alegre y Aurora, podría llevarnos al error de pensar que son calles con unas vistas bonitas (hacia la Aurora, el amanecer), ambas son paralelas y se encuentran entre Carretes y Riereta, y hoy en día contienen casi todo lo contrario, podríamos decir, de aquello que anunciaron sus nombres. Sin duda, son calles que nos remiten a una época anterior a la urbanización de este área (que se produjo a principios del siglo XIX) en la que los huertos y las acequias dominaban un panorama agrícola periurbano, junto a la iglesia románica de Sant Pau del Camp. Hoy la imagen de ambas puede resultar hasta desoladora, y no solo por ser estrechas y estar enmarcadas entre edificios altos, lo que les da una impresión lúgubre, sino porque el novísimo y flamante sistema de recogida de basuras, que las acumula en depósitos subterráneos, no ha evitado el incivismo de dejar las bolsas de basura y otros desechos acumulados en el exterior. Por tanto, ambas calles nos ofrecen un panorama absolutamente certero de la dejadez que sufre el barrio y, no todo había de ser culpa del Ayuntamiento, nos identifica el comportamiento nada respetuoso de una parte de sus habitantes, incapaces de hacer el más mínimo esfuerzo por mantener su entorno limpio y digno.
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