Monumental, -no cabe otra palabra-, es la edición de Hojas de hierba de Walt Whitman que acaba de aparecer en Galaxia Gutenberg, con traducción de Eduardo Moga, quien firma también un prólogo donde no solo repasa la vida del llamado padre de la poesía norteamericana y gigante de las letras universales, creador, para muchos, del verso libre, como libre fue su pensamiento y su creatividad, -al servicio, por aquel entonces, de los recién nacidos Estados Unidos, nación en construcción con una democracia que imponía una nueva ética y una nueva estética-, sino que, haciendo gala de una envidiable capacidad de síntesis, para nada simplificadora, se adentra en las vicisitudes que el texto fue acumulando hasta su edición definitiva y, después, tanto su acogida en el mundo hispánico como las diferentes traducciones al catalán (la primera que se hizo a una lengua ibérica) y al español que se han ido haciendo del libro, así como de sus propias decisiones y dificultades a la hora de enfrentarse a una nueva traducción.
Mucho se ha dicho y mucho se seguirá diciendo de Hojas de hierba; indudablemente, más allá de su influjo poético en generaciones de todo el mundo -que vieron primero a los Estados Unidos ponerse al frente del llamado mundo libre, para consolidar después su liderazgo mundial tanto en el ámbito cultural, como en el industrial, comercial, político y militar-, este prodigioso libro es para muchos un buen ejemplo de que la nación norteamericana tiene un alma libre y fraterna, capaz de hacer frente, -y de plena actualidad-, a todos los que ven en ella solo su lado neoliberal, avasallador, conservador y puritano. Hojas de hierba está en las antípodas de todo militarismo, de cualquier Hoover o Bush gobernantes, está, felizmente, en las antípodas de todos los estereotipos interesados sobre la nación de Abraham Lincoln.
Mucho se ha dicho y mucho se seguirá diciendo de Hojas de hierba; indudablemente, más allá de su influjo poético en generaciones de todo el mundo -que vieron primero a los Estados Unidos ponerse al frente del llamado mundo libre, para consolidar después su liderazgo mundial tanto en el ámbito cultural, como en el industrial, comercial, político y militar-, este prodigioso libro es para muchos un buen ejemplo de que la nación norteamericana tiene un alma libre y fraterna, capaz de hacer frente, -y de plena actualidad-, a todos los que ven en ella solo su lado neoliberal, avasallador, conservador y puritano. Hojas de hierba está en las antípodas de todo militarismo, de cualquier Hoover o Bush gobernantes, está, felizmente, en las antípodas de todos los estereotipos interesados sobre la nación de Abraham Lincoln.
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